2. Ofrezcamos a la Santísima Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de gracias por la preciosísima muerte que padeció por nosotros en la Cruz. Por los méritos del mismo roguemos a su Divina Majestad por la remisión de las penas debidas por nuestros pecados. Padrenuestro, Avemaría y Gloria...
1. Ofrezcamos a la Santísima Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de gracias por la preciosa sangre que Jesús derramó é por nosotros en el huerto, Por los méritos del mismo roguemos a su Divina Majestad por la remisión de nuestros pecados. Padrenuestro, Avemaría y Gloria...
2. Ofrezcamos a la Santísima Trinidad los méritos de Jesucristo en acción de gracias por la preciosísima muerte que padeció por nosotros en la Cruz. Por los méritos del mismo roguemos a su Divina Majestad por la remisión de las penas debidas por nuestros pecados. Padrenuestro, Avemaría y Gloria...
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Señor Dios mío, ya desde ahora acepto de buena voluntad, como venida de vuestra mano, cualquier género de muerte que os plazca enviarme, con todas sus angustias, penas y dolores.
A ti acudo, San José, Patrono de los moribundos, y a ti en cuyo dichoso transito estuvieron solícitos Jesús y María, por estas dos carísimas prendas te encomiendo con empeño mi alma cuando luche en la extrema agonía: para que por tu protección sea libre de las asechanzas del diablo y de la muerte perpetua, y merezca ir a los gozos eternos.
Por la señal... Acto de contrición.
Dichosísimo Patriarca San José, que practicando fielmente todas las virtudes, y conformándoos en todo con el beneplácito divino, conseguisteis una muerte feliz y dichosa en los brazos de Jesús y de vuestra Esposa María; a más de las gracias que os he pedido, alcanzadme una perfecta contrición de mis culpas y una sumisión tan ajustada a los decretos del Señor, que mi único deseo sea cumplir en todo su santísima voluntad; y de esta manera, libre mi alma en mi muerte de las angustias que en aquella hora causan los pecados cometidos, pueda resistir las asechanzas del común enemigo y llegar con Vos a las eternas moradas de la gloria. Ésta, bondadoso San José, es la gracia que espero lograr de Dios por vuestra intercesión poderosa, ya que nada sabéis negar al que os pide de veras. Amén. ¡Oh mi Santo protector, glorioso Patriarca San José, que, estando en el lecho de vuestro dulce tránsito, os visteis rodeado de ángeles y asistido de su Rey, Cristo Jesús, y de su Reina, la Santísima Virgen María, esposa vuestra, y que con esta amabilísima compañía salisteis en una paz celestial de esta miserable vida!. Alcanzadme la gracia de perseverar en el bien hasta que muera reclinado en vuestros brazos. Sí, santo mío, por aquella dulce compañía que Jesús y María os hicieron hasta la hora de vuestra muerte, protegedme en la mía hasta que me vea con Vos en el cielo. Compadeceos también de las pobres almas del Purgatorio que invocan vuestra gracia y poder para con ellas; amparadlas y llevadlas pronto a vuestra gloria, para que juntas con la mía, glorifiquemos vuestro santo nombre con el de Jesús y María por todos los siglos. Amén.
¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nosotros, que recurrimos a Vos. ¡Oh refugio de los pecadores! ¡Oh Madre de los agonizantes! No nos abandonéis en la hora de nuestra muerte, antes bien, obtenednos un dolor perfecto, una contrición sincera y el perdón de nuestros pecados. Alcanzadnos también la gracia de recibir dignamente el Santo Viático y de ser fortalecido con la Extremaunción, para que podarnos presentarnos seguros ante el trono del justo y misericordioso Juez, Dios y Redentor nuestro. Amén.
Oh María, concebida sin mancha de pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Oh refugio de los pecadores, Madre de los agonizantes, no nos abandonéis en la hora de nuestra muerte, sino alcanzadnos una perfecta contrición, sincera compunción, perdón de nuestros pecados, digna recepción del santo Viático, y fortaleza por medio del Sacramento de la Extrema Unción, a fin de que confiados, podamos comparecer ante el trono del Supremo Juez, justo y misericordioso, nuestro Dios y Redentor.
Señor mío Jesucristo, por aquellas cinco llagas que por nuestro amor recibisteis en la Cruz, socorred a vuestros siervos redimidos con vuestra preciosísima sangre.
¡Oh amantísimo Jesús, Señor y Dios mío! Por todos vuestros trabajos y dolores, por vuestras sagradas llagas, por aquellas últimas palabras, ¡oh mi dulce Jesús!, que dijisteis en la Cruz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, y por aquel fuerte clamor: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, ardentísimamente os ruego que no me saquéis repentinamente de este mundo. Hechura soy, ¡oh Redentor mío!, de vuestras manos, y formado me habéis enteramente. ¡Oh! Por vida vuestra, Señor, no me precipitéis de improviso; dadme, os suplico, espacio para hacer penitencia; concededme un tránsito feliz y gracia para que os ame de todo corazón, os alabe y os bendiga por toda la eternidad. Amén.
¡Oh benignísimo Señor Jesús! Por el acerbísimo e ignominioso tormento de los azotes y corona de espinas, por vuestra cruz y pasión amarguísima, por vuestra bondad, humildemente os ruego no permitáis que yo muera repentinamente, ni pase de esta vida a la otra sin recibir los Santos Sacramentos.
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